Probablemente el Abuso Sexual a niños, niñas y adolescentes sea de los delitos más siniestros que nos podamos imaginar. No sólo se trata de un hecho que corrompe el cuerpo sino también la subjetividad de ese ser, dándose la apropiación de un sujeto que en ese acto es convertido en un objeto para su abusador.
Fernando Ulloa habla de la encerrona trágica para referirse a una situación de desamparo cruel en la que se plantean dos lugares sin tercero de apelación. En la encerrona trágica la víctima, para salir del sufrimiento, depende de alguien a quien rechaza totalmente y a su vez recibe el rechazo de ese de quién depende.